Una nevera que no enfría correctamente es una de las situaciones más frustrantes en el hogar. Los alimentos se dañan, los olores aparecen rápidamente y la incomodidad se convierte en urgencia. Sin embargo, muchas veces el problema puede resolverse fácilmente si se detecta a tiempo.
En este artículo te explicamos las causas más comunes por las que una nevera deja de enfriar y cómo evitar que la falla se convierta en una reparación costosa.
Termostato dañado o mal calibrado

El termostato es el encargado de controlar la temperatura interna del refrigerador. Si se daña o se desajusta, el sistema no sabrá cuándo activar o detener el compresor.
Cuando el termostato falla, notarás que la nevera no enfría lo suficiente o lo hace de manera irregular.
En algunos casos, bastará con recalibrarlo; pero si el componente está dañado, será necesario reemplazarlo.
Una revisión profesional puede determinar con precisión si se trata del termostato o de otra parte del sistema de enfriamiento.
Filtros y serpentines sucios
Los serpentines del condensador y el evaporador son esenciales para el intercambio de calor.
Con el paso del tiempo, el polvo, el pelo de mascotas y la grasa se acumulan en estas piezas, dificultando la circulación del aire y provocando que el compresor trabaje más de lo debido.
Esto no solo reduce la capacidad de enfriamiento, sino que incrementa el consumo de energía.
Una limpieza técnica del sistema cada seis meses puede mantener la eficiencia de la nevera y prevenir sobrecalentamientos que afecten el compresor.
Fugas o falta de gas refrigerante
El gas refrigerante (generalmente R134a o R600a) es el que permite que el sistema absorba y expulse el calor dentro de la nevera.
Si hay una fuga o una pérdida parcial del gas, el equipo dejará de enfriar correctamente.
Este tipo de problemas suelen detectarse cuando el compresor trabaja sin detenerse, pero la temperatura no baja.
La recarga de gas debe realizarla un técnico certificado, ya que requiere instrumentos de presión y un diagnóstico del origen de la fuga antes de reponer el gas.
Problemas con el compresor
El compresor es el corazón del sistema de refrigeración. Si se daña, el proceso de enfriamiento se interrumpe por completo.
Las causas más comunes son sobrecargas eléctricas, falta de mantenimiento, exceso de suciedad o envejecimiento del equipo.
Cuando un compresor falla, puede emitir zumbidos, apagarse constantemente o simplemente no encender.
Un diagnóstico profesional permite identificar si es necesario cambiarlo o si el problema está en el relé de arranque o en la placa de control.
Fallas en el ventilador interno o en el sistema de descongelación
En las neveras No Frost o con congelador automático, el ventilador distribuye el aire frío por todo el compartimento.
Si deja de funcionar, el congelador puede seguir enfriando, pero la parte inferior del refrigerador se mantendrá tibia.
Por otro lado, cuando el sistema de descongelación presenta fallas, se forma hielo en exceso y se bloquea la circulación del aire frío.
Estos son problemas comunes que se resuelven con limpieza, reemplazo del motor del ventilador o revisión del sensor de temperatura.
Puertas mal selladas o empaques deteriorados
Un empaque en mal estado permite la entrada de aire caliente, lo que obliga al compresor a trabajar constantemente y reduce la eficiencia del enfriamiento.
Revisar el sello de las puertas es sencillo: basta con cerrar una hoja de papel entre la puerta y la goma; si se desliza fácilmente, el empaque debe cambiarse.
Mantener los sellos en buen estado evita fugas de aire frío y ahorra energía.

Cómo evitar reparaciones costosas
La mayoría de las fallas graves en una nevera comienzan con pequeños descuidos.
Un mantenimiento preventivo anual puede prevenir más del 70 % de las averías comunes, al revisar puntos clave como el nivel de gas, la limpieza del condensador, el funcionamiento del termostato y el estado eléctrico del equipo.
Además, es recomendable:
- No sobrecargar la nevera ni bloquear las salidas de aire interno.
- Mantener al menos 10 centímetros de distancia entre la pared y la parte trasera del equipo.
- Desconectarla si se presentan picos de voltaje.
- Evitar el uso de extensiones eléctricas o tomas compartidas.
Conclusión
Una nevera que deja de enfriar no siempre está dañada de forma irreversible.
En la mayoría de los casos, el problema se debe a falta de mantenimiento o pequeñas fallas acumuladas con el tiempo.
Detectar los síntomas a tiempo y solicitar la asistencia de un técnico profesional puede ahorrar dinero, prolongar la vida útil del equipo y evitar la pérdida de alimentos.
Si notas que tu nevera no enfría como antes, agenda una revisión técnica. Un diagnóstico oportuno puede marcar la diferencia entre una reparación sencilla y un reemplazo costoso.
👉 Agenda hoy una revisión técnica y evita que una simple falla en tu nevera se convierta en una reparación costosa. ¡Actúa antes de que sea tarde!




